Tenés miedo, Mati. Estás cagado en las patas, en un país random en la otra mitad del mundo, esperando un tren a cualquier lado, sin destino en particular.
Tenés miedo porque no sabés qué esperar. Porque no sabés si tu tren es el que pasó, antes de tiempo, hace cinco minutos. O si va a ser muy de noche cuando llegues. O si habrá dónde parar. O cuánto saldrá.
Tenés miedo porque el idioma es un bardo. Es probable que muchos no hablen inglés, y los que lo hacen igual son complicados de entender.
Tenés miedo porque estás solo, y se te nota lo extranjero. Poca cosa tan tremenda como pasar por gringo, sentirse tan de afuera.
Tenés miedo porque sos tímido, y porque eso va a seguir así mientras no te sientas cómodo. Vas a seguir con el ceño fruncido, mirando a todo el mundo con incertidumbre y algo de distancia, desconfiando de todos. Y eso no funciona muy bien, ni es muy divertido. Vamos, que ni a los otros turistas con la misma cara de miedo estás encarando. Y esa sonrisa falsa, forzadísima no nos la compra nadi